(Pucrj 2001)
LA FAMILIA FRENTE A LA TV
Según un estudio de la Asociación de Televisión por Cable de los Estados Unidos, un estudiante norteamericano de 16 años ha pasado en su vida, como mínimo, 11.000 horas en el aula del colegio y 15.000 frente a un televisor. No hacen falta más datos para advertir que la formación moral y cultural de los niños y los jóvenes es hoy, en el mundo, en buena medida, el resultado de las tensiones entre el sistema educativo formal y lo que se ha dado en llamar el sistema paraeducativo o informal. Dicho de un modo más simple, los jóvenes están sometidos, hoy, a la influencia de dos educadores que, a menudo compiten entre sí: la escuela y la TV.
Un trabajo de la empresa Total Research, por su parte, señala que los chicos de la ciudad de Buenos Aires y del sector del conurbano destinan un promedio de cuatro horas diarias a mirar televisión. Lo cual refuerza la certeza de que la presión televisiva sobre niños y jóvenes no es un problema privativo de un país: se padece con pareja intensidad en los Estados Unidos y en la Argentina. Y también, presumiblemente, en el resto del mundo.
Por supuesto, el verdadero gran tema no es el número de horas que los menores dedican a la TV, sino la situación de indefensión en que suelen encontrarse para resistir o cuestionar su influencia, sobre todo en el terreno moral y en lo que concierne a su formación integral.
La acción tutelar de los padres de familia no puede dejar fuera de su órbita de acción el gran tema de la influencia de la TV sobre los niños y los conflictos que se plantean cuando sus contenidos y valores contradicen la enseñanza impartida en el hogar o en la escuela.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) dice textualmente en su artículo 19: "Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado".
¿Cómo son ejercidas hoy en la Argentina esas tres responsabilidades? Es difícil establecer si las familias están cumpliendo eficazmente, en nuestro país, su irrenunciable obligación de velar por la formación espiritual y cultural de los niños sujetos a su cuidado.
La responsabilidad de la sociedad parece remitirnos al comportamiento de quienes ejercen funciones de conducción empresaria o de creatividad profesional y artística en el extenso campo de la televisión y a quienes dirigen o administran los organismos de control que actúan -o deberían actuar- en el ámbito de la radiodifusión. No hacen falta demasiados esfuerzos para advertir que ambas responsabilidades se están ejerciendo deficientemente en la Argentina.
Un sector -la sociedad- tiende a pecar por acción; los otros dos -la familia y el Estado- suelen fallar por omisión. Unos y otros olvidan los derechos de la minoridad frente a un embate contracultural que con excesiva frecuencia los margina o los daña. Es decir, unos y otros olvidan el derecho de los niños a ser niños. Algo tan simple y tan fundamental como eso.
La Nación, Buenos Aires, domingo 27 de agosto de 2000
En el 1er. párrafo - "la formación moral y cultural de los niños y jóvenes es hoy, en el mundo, en BUENA MEDIDA...", lo destacado significa:
en su totalidad.
de ninguna manera.
en pocos casos.
en todas las circunstancias.
en la mayor parte.