(UERJ - 2018)
Belleza inalcanzable
La activista feminista Jean Kilbourne decía en el documental Killing Us Softly que estaba harta de oír la misma pregunta cuando hablaba de la representación de la mujer en los medios: “Se lleva hablando de este tema cuarenta años. ¿Acaso no han mejorado las cosas?” Su respuesta era que, tristemente, no sólo debía decir que no, sino que, de hecho, las cosas habían empeorado. Los anuncios ya no sólo venden productos, también venden valores, imágenes y conceptos sobre el amor, la sexualidad, el éxito y quizás, lo que es más importante, venden una imagen de normalidad.
La publicidad, a la que nos vemos expuestos cada día, muestra cuerpos esculturales e irreales como sinónimo de éxito, felicidad e incluso salud. Esta presión socio-cultural, transmitida y potenciada por los medios de comunicación y la publicidad, “educa”, o más bien adoctrina a la población sobre los beneficios de la imagen y el “cuerpo perfecto”.
Y ¿qué nos cuentan los anuncios sobre las mujeres? Nos cuentan que lo primordial en nuestras vidas es nuestro aspecto físico. Pero, antes que nada, lo primero que nos enseñan las campañas publicitarias es cuál es el ideal de belleza femenino. Aprendemos desde una edad muy temprana que debemos invertir cantidades ingentes de tiempo, energías y, sobre todo, dinero, en alcanzar este ideal y sentirnos avergonzadas y culpables cuando fracasamos.
Sin embargo, la derrota es inevitable.
El modelo de belleza que nos vende la publicidad está basado en la perfección. Las mujeres en los anuncios no tienen líneas de expresión ni arrugas, ciertamente no tienen cicatrices ni granos y, de hecho, no tienen ni poros.
Pero lo fundamental de esta perfección es que es inalcanzable. La supermodelo Cindy Crawford dijo: “Ojalá tuviese el aspecto de Cindy Crawford”. No lo tenía, y era imposible que lo tuviese, porque su imagen fue creada a lo largo de los años a través del maquillaje y el retoque fotográfico. Las niñas beben este mensaje de perfección desde una edad cada vez más temprana. Necesitan ser no sólo bellas, sino increíblemente delgadas, atractivas y sexuales.
Las niñas se sienten a gusto con sus cuerpos cuando tienen 8, 9, 10 años… pero unos años más tarde, en cuanto alcancen la pubertad, se darán de bruces con la cruda realidad. Una realidad que les impondrá un modelo de perfección física inalcanzable.
La pregunta es ¿qué podemos hacer con respecto a esta situación? Lo primero es darnos cuenta de que esta realidad existe, prestar atención y aceptar que nos afecta a todo el mundo. Esta obsesión con la belleza, la perfección, la extremada delgadez es un problema de salud pública que sólo podrá resolverse cambiando el entorno que nos rodea y esclaviza.
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en cuanto alcancen la pubertad, (ref. 7)
El conector subrayado se puede sustituir, sin alteración importante de sentido, por:
si
aunque
apenas
mientras